El Tambito de Palermo en AMP
En la ciudad que es cuna del tango, resulta difícil de entender que El Tambito, un sitio donde tocaron orquestas y músicos reconocidos, como por ejemplo el director y compositor Ernesto Poncio, junto al «Cieguito» Aspiazu en guitarra y el «Tano» Vicente en flauta, entre tantos otros, y que es parte de la historia y la leyenda arrabalera -esos cuchilleros que fascinaban a Borges, ilustre vecino del barrio-, sea víctima de la total desidia de las autoridades.
A fines del XIX y comienzos del XX, intérpretes, orquestas y parroquianos recorrían el circuito que pasaba por el restaurante Hansen -ubicado frente al Planetario-, por el Velódromo, detrás de aquel, y por el Tambito. «De los tres sólo queda en pie el Tambito, por eso la importancia de salvarlo», explica Rojas.
Un poco más de historia
El Tambito, también llamado El Tambo -porque a eso estuvo destinado en el inicio-, Kiosquito, Kiosco Casares y hasta Café francés, fue uno de los símbolos tangueros, allá por 1870, y único sobreviviente del circuito de tango tradicional que formaba junto con el Velódromo y el Hansen.
En octubre de 1877, se firmó el convenio entre la Comisión Auxiliar del Parque Tres de Febrero (Palermo) y el señor Casares, un importante promotor de la industria láctea en el país. Casares se comprometía a pagar un alquiler mensual por un kiosco y un terreno con 40 varas de frente al este sobre la avenida Sarmiento y 40 varas de fondo sobre el camino de los Paraísos, por un período por cinco años. Luego el arrendamiento fue cedido a la firma Constan & Fernán y Cía.
El nombre a Palermo le viene de lejos. Ya en 1635 don Pedro Esteban Dávila el enviar a España una descripción de la zona ribereña del ejido de Buenos Aires la menciona como «lo que llaman Palermo».
Se debe a un tal Juan Dominguez Palermo, siciliano él, que ya figuraba en la lista de armas del 8 de octubre de 1602 y que con el tiempo fuera propietario de extensas tierras en la zona que fue adquiriendo su nombre.
La instalación de El Tambito data de 1877. Es una obra de las denominadas «pintoresquistas» que se hacían en esa época. Primero se arrendó para el expendio de leche al pie de la vaca, a cuyo fin el beneficiario, Vicente L. Casares, debería cercar el lugar, construir un establo y mantener el quiosco y el terreno en perfectas condiciones, incluyendo plantas de ornato. Transcurridos más de 10 años, en 1888. El Tambito volvió a ser objeto de negociaciones entre la municipalidad -su propietaria- y particulares. Así nos enteramos de que para entonces el Kiosco Casares se encontraba desocupado e improductivo y que Constant Fermán y Cía. se proponían rehabilitarlo. Luego siguieron otros arrendatarios y al Kiosquito, o Tambito, además de expender leche durante el día se le fueron anexando servicios.
se asemejaba al desaparecido Café de Hansen, especialmente en el hecho de haber sido también refugio de tangueros trasnochados, lugar de duelos y trifulcas, y escenario para lucimiento de orquestas y cantantes de la ascendente música ciudadana. Estos dos locales, junto a El Velódromo, conformaban un tradicional circuito de tango del Buenos Aires de fines del XIX y principios del XX, escenario no solo de la música y el baile, sino también de peleas entre malevos y compadritos; el local, incluso, padeció una clausura temporal por un hecho de sangre que llegó a la crónica policial.
Años después, fue sede de la administración del Parque Tres de Febrero en la década del ’40 y Casa de la Juventud durante la gestión del radical Facundo Suárez Lastra, para pasar a llamarse Casa Joven desde febrero de 2001 hasta aproximadamente 2005. Desde entonces, el emblemático chalet sufre el abandono.
JUAN DOMINGUEZ PALERMO
Pero es Juan Manuel de Rosas quien prácticamente lo afianza al denominar la zona como Palermo de San Benito en honor a la imagen de la virgen que estaba en el oratorio de Horacio Porro Cueli.
Eran por ese entonces, 1638, tierras anegadizas. Rosas compró los solares y allí levantó su famoso Caserón en el que vivió hasta la caida de su régimen por lo que fue practicamente durante muchos años la sede del gobierno federal.
EL CASERON DE ROSAS
No existe una fecha cierta sobre la construcción del Caserón de Rosas, los trabajos de investigación más serios realizados hasta ahora son los de Carlos Fresco en «La Gaceta de Palermo» quien a traves de sus investigaciones ha precizado la fecha de compra de los terrenos y los datos sobre los años que abarcaron su construcción que van de 1841 a 1847.
A la caida de Juan Manuel de Rosas el Caserón fue sede de varias instituciones, entre ellas el Colegio Militar de la Nación (creado por decreto del 22 de junio de 1870) hasta 1892 en que se instala la Escuela Naval. Llegó la noche del 2 de febrero de 1899 en que después de festejarlo con un asado, dinamitaron el edificio y voló por los aires un importante testimonio de la historia argentina
LOS LIMITES DE PALERMO
Estos son los límites actuales de Palermo trazados por la entonces Municipalidad de Buenos Aires:
La Pampa, Avda Figueroa Alcorta, Avda. Valentín Alsina, Zabala, Avda. Cabildo, Jorge Newbery, vías del F.C.G.B.M., Dorrego, Avda. Córdoba,Mario Bravo, Coronel Díaz, Avda. Gral. Gregorio Las Heras, Tagle, vias del F.C.G.B.M.,Jerónimo Salguero, Avda. Costanera y Rafael Obligado.
Ubicado en el Parque Tres de febrero en «los Bosques de Palermo» a pasos del Jardín Japonés, es una pieza de la arquitectura porteña de fines del siglo XlX.
Por su historia, por su arquitectura, por su encato, es aplaudida su conservación.Cuenta la historia que un 22 de diciembre de 1901, Juan Carlos Argerich un joven de 21 años de clase acomodada porteña a quien llamaban «Vidalita» obligó a los músicos a que repitieran el tanto La Tirana y los instrumentistas se negaba. Salió en defensa entonces Juan Traverso, otro joven pero de 28 años- Lo llamaban «cielito» y se trezó a cuchillazos, matando a Vidalita. Traverso fue preso y a los dos años obtuvo libertad con la condición de irse del país. Se radicó en Uruguay donde murió en 1921.Después lo alquilaron Leopoldo Monmont y varios más. Según el guitarrista Esusebio Aspiazú, decía que el tango Don Juan se estrenó en El tambito en 1898 dedicado al dueño del lugar que por entonces fue el inquilino Juan Pastoriza. Ese documento era un contrato mediante el cual Casares alquilaba por cinco años «un kiosco y terreno con 40 varas de frente al este sobre la avenida Sarmiento y 40 varas de fondo sobre el camino de los Paraísos, por el alquiler mensual de cuatrocientos pesos moneda nacional pagaderos por trimestres adelantados
/ Art. 2. Don Vicente L. casares establecerá en dicho terreno una lecheríaâ€. El lote lo había alquila Vicente Casares que fue un promotor de la industria lechera que firmó un convenio el 1 de octubre de 1877 con la Comisión Auxiliar del Parque Tres de Febrero.De esos tres lugares, queda El Tambito. Se lo conoció también como «El Tambo» porque fue exactamente un tambo, que repartía leche al pie de la vaca, pero a la noche se convertía en local de baile y hasta fue escenario de un duelo en medio de esas diversiones. Tuvo otros nombres también como Kiosco Casares o el Kiosquito y Café Francés.
El Tambito en la crónica policial
En el libro Recuerdos del 900, Federico Lastra cita estos versos:
Las biabas que habré pegado
en los bailongos de antaño,
como que en mis mozos años
me tenían por pesado.
¡Los burdeles que habré armado
En El Tambo y lo de Tarana!
Cuando me daba la gana
hacía parar la orquesta,
armándose cada gresca,
que terminaba en la cana.
Y así sucedió efectivamente. Un hecho de sangre complicó por un tiempo la reputación del lugar. En una pelea de patotas entre malevos e hijos de la alta sociedad porteña -«A los hombres les sucede matar», decía Borges-, fue muerto de una puñalada un joven de «buena» familia: Juan Carlos «Vidalita» Argerich, «argentino, 22 años, soltero», según la crónica policial. El agresor fue José «Cielito» Traverso, uno de los dueños del Café O´Rondeman del Abasto, sitio donde cantaba Carlos Gardel. Fue una típica pelea de gente algo bebida que derivó en una cuchillada mortal en el vientre de Argerich, en tiempos en que era común llevar el facón en la cintura.
Producto de este incidente, que tuvo lugar en una noche de diciembre de 1901, la autoridad cerró las puertas de El Tambito, que luego sería reabierto, antes de un cierre definitivo y de empezar a padecer el olvido y el consecuente deterioro.