Borges y su Vínculo Inmortalizado con Palermo: Un Recorrido por sus Huellas
El legendario escritor argentino Jorge Luis Borges dejó una marca indeleble en la literatura mundial, pero también en los rincones de su amada Buenos Aires, particularmente en el pintoresco barrio de Palermo. A medida que se acerca el aniversario de su nacimiento, el 24 de agosto, nos sumergimos en los recuerdos y las conexiones que Borges mantuvo con esta emblemática parte de la ciudad.
Desde su infancia hasta su consagración literaria, Borges estuvo íntimamente ligado a Palermo. Su primera morada en el mundo fue en este barrio, donde creció entre las calles que más tarde serían inmortalizadas en sus relatos. Aunque sus padres preferían llamar al vecindario «el norte», Borges no pudo evitar absorber la esencia del Palermo de principios del siglo XX, con sus callejones pintorescos y su atmósfera única.
La Casa de la abuela de Borges, ubicada en Borges 2135, sirvió como cuna para el joven escritor, donde las historias de su abuela paterna, de origen inglés, y la influencia de su institutriz marcaron sus primeros años. Cerca de allí, en Borges 2147, se encuentra la casa de sus padres, testigo silente de su desarrollo como escritor y pensador.
Uno de los aspectos más fascinantes de Borges fue su capacidad para transformar la realidad en ficción literaria. Las calles y personajes de Palermo se convirtieron en el lienzo sobre el cual pintó sus más intrincadas narrativas. Desde los malevos y cuchilleros que poblaron las calles de su infancia hasta los rincones más remotos del barrio, Borges encontró inspiración en cada esquina.
El recorrido por Palermo también revela el profundo arraigo del autor a su legado literario. La mítica esquina de Serrano, mencionada en su célebre cuento «El hombre de la esquina rosada», sigue en pie como un recordatorio tangible de la conexión entre la realidad y la ficción en la obra de Borges.
Curiosidades sobre Borges y su vida en Palermo, el primero de las barrios de la recorrida:
Su primera infancia transcurre en el barrio porteño de Palermo, hasta 1914.
En ese momento, era un barrio muy marginal. Por ello, sus padres no decían que vivían en Palermo, sino en “el norte”. Construyeron ahí una elegante casa de dos plantas, totalmente incongruente con el barrio, pero el mundo de Borges era la biblioteca de su padre.
Durante sus primeros años, fue criado para una institutriz inglesa, la señorita Tink. Entró a la escuela formal a los 10 años, pero no la terminó por su viaje a Ginebra.
Borges nunca tuvo consciencia de las características de aquel Palermo –barrio de malevos y cuchilleros–, hasta que no entra al colegio y conoce las realidades de sus compañeros. Luego, lo reconstruyó literariamente. Aquellos malevos y cuchilleros fueron personajes de la mitología de sus cuentos. En Evaristo Carriego, cuenta que él conoció verdaderamente el barrio de grande.
Vivían en Serrano al 2100; hoy, Borges 2135/2147. Él siempre se opuso a que la calle llevara su nombre. También le decían la manzana de Borges: Guatemala, Serrano, Paraguay y Gurruchaga.
No tenía una buena relación con sus compañeros de escuela. Los cruces de culturas en el colegio eran muy evidentes.
Aprendió a hablar primero en inglés. Y tuvo una relación muy cercana con su abuela paterna Fanny Haslam, quien también era inglesa, al igual que su institutriz.
Uno de los almacenes que se ubicaba en una esquina de Serrano –mencionado en su cuento “El hombre de la esquina rosada”–, sigue existiendo como almacén y restaurante.