Decenas de estas aves salen de los lagos a diario y hasta cruzan la calle en fila. Mientras algunos vecinos disfrutan de la simpática escena, otros reclaman medidas para evitar accidentes con los automovilistas.
Cuando los corredores más audaces bordean los lagos de Palermo al trote, pasadas las 6 de la mañana, los gansos y patos todavía están durmiendo, estéticos, en el agua. «Es un espectáculo impresionante, digno de ser filmado», exclama Luis, un vecino de la zona y habitual «runner», al ver un centenar de estas aves inmersas en su descanso. El hostil tránsito allí afuera, sobre las avenidas Del Libertador, Figueroa Alcorta y Lugones, es casi imperceptible desde aquí adentro. Silencio, aire puro y naturaleza, para qué más.
Recién después de las 7 comienzan los primeros aleteos, casi coreográficos, sobre los tres lagos artificiales que tienen los Bosques. La escena se repite todas las mañanas y se convierte en un show, especialmente cuando las pequeñas aves dejan el agua y cruzan en fila la avenida Infanta Isabel que rodea los lagos. Al ser animales gregarios, se mueven siempre en grupo. Entonces, sin semáforo ni sendas exclusivas, atraviesan el asfalto como si fueran a tomar sol o a ver una muestra de arte en el museo Eduardo Sívori. Lo que ocurre es que el simpático show familiar a veces se torna riesgoso. No todos los automovilistas y ciclistas están avisados sobre las aventuras de los gansos y sucede lo que nadie quiere. Aunque la velocidad máxima está fijada en 20 kilómetros por hora para esta vía, los vecinos ya han reclamado alguna solución para evitar accidentes y resguardar su integridad.
Uno de los últimos percances se desató hace un par de semanas, cuando un auto arrolló a un ganso, tras lo cual un barrendero lo tomó de las patas y lo metió en una bolsa. Así de real. Así de cruel.