Pasar una tarde en el museo es uno de los lujos que uno puede darse en Buenos Aires, adonde tal como ocurre en ciudades como Nueva York y Londres, Constituye una invitación a disfrutar del arte. Hay varias formas de organizar el periplo, entre las que hacerlo caminando es una de mis favoritas cuando pretendo deleitarme con un paseo por plazas y jardines encantadores.
En el trayecto se pueden visitar desde el Museo Nacional de Bellas Artes, inaugurado en 1896, que cuenta en la actualidad con el patrimonio artístico más importante de América Latina, hasta uno de los más modernos, como el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba), adonde en esta oportunidad llegué caminando sobre una alfombra de flores violáceas de jacarandá para ver la exhibición Antonio Berni Juanito y Ramona. No pude tener mejor introducción para una muestra imperdible, que reúne 150 obras de las célebres series Juanito Laguna y Ramona Montiel creadas por Berni desde fines de los años 50 hasta los años 70, en las que con extraordinaria creatividad denuncia una realidad social marcada por las desigualdades y por el impacto del consumo. Está abierta hasta el 23 de febrero próximo; ideal para incorporar en la agenda en una visita a Buenos Aires.
Un rico niño pobre
El itinerario se inicia por el segundo piso, adonde cuadros de Villa Tachito y de Villa Piolín perfilan el contexto urbano al que pertenece Juanito, el personaje creado por Berni como un chico de la Villa del Bajo Flores al que vamos conociendo poco a poco junto a su familia; en una enternecedora Navidad; aprendiendo a leer; afrontando infortunios; y en numerosas obras en las que el gran maestro nos sorprende con la experimentación de técnicas innovadoras.
A lo largo del recorrido me fui familiarizando cada vez más con este personaje entrañable, en cuyas representaciones Berni incorpora admirablemente desechos y basura urbana, haciendo más vávida la historia de este niño villero, hijo de un peón metalúrgico.
Atrapada en el relato, la pena que me provocara una vida signada por la pobreza se fue transformando en gozo, al percibir el embeleso con que ese chico descubría e interpretaba todo lo que sucedía a su alrededor. Era el gran protagonista, la persona a la que saludaba el cosmonauta a su paso por el barrio; el que soñaba con un mundo mejor; el que se aventuraba a la gran ciudad y el que transformaba los deshechos en divertidos juguetes.
No había en él resentimiento ni violencia y contaba con el vigor y el arrojo suficiente como para dejar atrás sus monstruos y lograr una vida mejor. Porque como bien dijo su creador: Juanito es un chico pobre, pero no un pobre chico.
Berni retoma esta serie en los años 70, dejando de lado los grabados y usando técnicas de ensamblaje y colores más brillantes con los que representa a Juanito remontando una cometa, pescando, jugando o durmiendo, en medio del basural. Utiliza para ello materiales muy presentes en la cultura popular como latas y desechos industriales, en una clara alusión al impacto de la industrialización en el medio ambiente, adelantándose en la denuncia de un problema que adquirió plena vigencia 20 años después a partir de la Cumbre de la Tierra, y encendiendo tempranamente las alarmas sobre la necesidad de un desarrollo sustentable.
La costurerita del mal paso
El segundo personaje de la muestra es Ramona Montiel, una chica de barrio que agobiada por su trabajo de costurera y deslumbrada por los lujos mundanos procura alcanzar una vida soñada ejerciendo la prostitución.
El compromiso social y político de Berni se manifiesta en esta serie en una crítica a la condición desfavorable de la mujer en los años 60 y en la ironía con la que muestra a los personajes relevantes de la época que acompañan el relato.
Con Ramona el maestro experimenta y perfecciona nuevas técnicas, incorpora recursos de la gráfica y logra relieves que me tuvieron embelesada. Me sentí en medio de la cocina del arte al poder observar el meticuloso trabajo que reflejan los tacos que se exhiben junto a las sorprendentes obras acabadas, a las que definió como xilo collage relieves.
Puede ser igualmente una de las razones por las que Ramona, además de vivir su vida en la ciudad, deja su barrio, adquiere nuevas habilidades y viaja a Europa, adonde se vincula con personajes propios de otras culturas y adopta costumbres y modas más sofisticadas con las que luce muy glamorosa como en la obra que el gran maestro titula La Apotheose de Ramona, en la que no escatima recursos para engalanarla.