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SENS Nicaragua ubicado sobre la calle Nicaragua 5949 en Palermo.

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En 2020 finalizamos una obra que nos llena de orgullo: SENS Nicaragua . Un proyecto que representa un punto de inflexión en el pensamiento y desarrollo del estudio. Porque sostiene y profundiza las problemáticas proyectuales sobre la estructura material como estructura arquitectónica. Porque explora los modos del habitar contemporáneo. Y porque define una clara posición sobre el vínculo de nuestras obras con el entorno urbano.

Ubicado sobre la calle Nicaragua en Palermo, Buenos Aires, una zona arbolada y de fuerte identidad barrial, el edificio presenta diversas situaciones espaciales, vacíos, continuidades y tipologías. Casi a modo de ensamble, estas casas en altura van alternando su disposición para dar lugar a espacios que se rotan, se escalan y vinculan, fusionando en un continuo lo exterior y lo interior. Una búsqueda que se replantea el habitar desde una construcción conjunta entre el estudio y los propietarios de cada unidad.

Habitar en consonancia con el tejido urbano

Dejar espacios, vacíos y silencios también forma parte del hacer de la arquitectura. Y esa concepción fundacional para nosotros se puso a prueba durante el proceso de desarrollo de SENS Nicaragua. Para este proyecto, contábamos con un lote extenso que abarcaba una porción de manzana considerable: 34 metros de frente y una profundidad variable de 26 a 50 metros. Estas dimensiones nos abrían la posibilidad de desarrollar un edificio en torre cumpliendo con ciertas características contempladas en el Código de Planeamiento Urbano. Sin embargo, nuestra decisión fue otra: asumimos el compromiso de no desarrollar esa tipología exenta, y en lugar de ello proyectamos una obra que permitiera un completamiento de manzana y que respetara la identidad del barrio y sus cualidades.

Y así lo hicimos. No solo logramos la capacidad constructiva de la torre en un edificio de escala para la manzana, sino que dimos con ello un mensaje en cuanto a la posibilidad que tenemos como arquitectos de interpelar nuestras leyes y preguntarnos en qué tipo de ciudad queremos vivir.

Sinergia creativa

Cuando ideamos las casas en altura de SENS Nicaragua, procuramos que cada unidad tuviera una identidad particular. Pensamos propuestas que potenciaran el espacio y multiplicaran las conexiones entre el adentro y el afuera. La trama estructural nos permitía transformaciones controladas para que, junto a cada propietario, pudiéramos replantearnos el habitar en función de sus deseos y necesidades particulares. Una sinergia creativa que devino, muchas veces, en versiones novedosas que no se habían contemplado en los proyectos iniciales.

Ubicado en el barrio de Palermo de la ciudad de Buenos Aires, sobre la calle Nicaragua, una calle arbolada y de fuerte identidad en cuanto a la conformación de sub-centralidades barriales, el edificio se implanta sobre un lote de 34 metros de frente entre medianeras y con profundidad variable hacia el centro de manzana, que va desde los 26m hasta los 50m , siendo por su escala una porción de manzana considerable a operar dentro de la conformación de la trama urbana. Este proyecto representa un punto de inflexión desde varios aspectos en el pensamiento y desarrollo del estudio.

Por un lado sostiene y profundiza las problemáticas proyectuales sobre la estructura material como estructura arquitectónica, explora los modos del habitar contemporáneo profundizando sobre la construcción del habitante y la ubicación y dimensión de los espacios exteriores en relación a los interiores de cada lugar habitado; por otro define una clara posición en cuanto a la lectura del entorno y las preexistencias, teniendo en cuenta, sobre todo, que un edificio de escala para la manzana y su entorno próximo puede establecerse como un manifiesto frente a esta problemática.

El entorno como acción política El Código de Planeamiento Urbano del momento establecía la posibilidad de desarrollar una tipología de edificio en torre cumpliendo con ciertas características de medidas y superficie del suelo. Contando con ello, y adoptando esta tipología, se premiaba el desarrollo con mayor capacidad constructiva.

Nuestra posición frente a esta posibilidad fue asumir el compromiso de no desarrollar esa tipología exenta, sino de proyectar una obra a partir del completamiento de la manzana, ajustándose a un contexto continuo de amanzanamiento, respetando la identidad del barrio y sus cualidades, aún con la divergencia de alturas característica propia del tejido urbano de la ciudad.

El pedido de completamiento al gobierno de la ciudad implicaba obtener la capacidad constructiva de la torre pero en un edificio de completamiento que nos permitiera potenciar los vacíos contiguos, las visuales que este tejido presentaba y dar un mensaje en cuanto a la posibilidad que tenemos como arquitectos y desarrolladores de interpelar nuestras leyes para preguntarnos qué tipo de ciudad queremos. La estructura material arquitectónica Dividiendo al lote en ocho módulos de 4m cada uno, la trama geométrica que recorre al proyecto desde el frente hasta el contrafrente, define la medida de los espacios habitables. En la otra dirección, dos tabiques estructurales centrales, que conforman el núcleo de circulación vertical, recorren todo el proyecto en altura vinculándose a las columnas, tabiques y vigas definiendo la trama estructural del proyecto.

Esta trama se hace expresiva y aparente, a veces como límite de los espacios interiores, a veces como articuladora entre el interior y el exterior. A su vez, cuatro vigas de un metro de altura dispuestas cada dos niveles, recorren la totalidad del frente del proyecto definendo tres paquetes programáticos con diversas situaciones espaciales, vacíos, continuidades y tipologías, que constituyen el borde como intermediación entre la obra, el espacio urbano y las preexistencias. Esta operación proyectual invita al sujeto a alterar la percepción de escala del objeto arquitectónico, dialogando con el tejido existente de casas y edificios de baja y mediana densidad, al tiempo que lo invita a investigar y a detectar el proyecto como una unidad, con la intención de equilibrar los elementos que lo componen, haciéndose expansivo hacia el interior y denotando su relación en cuanto a las partes y a la totalidad. Dos grandes patios verdes centrales se ponen en relación al entorno inmediato y articulan las unidades del proyecto en su relación entre el frente y el contrafrente.

El aire recorre los insterticios entre lo propio construido y lo existente, generando a partir de estos contactos nuevos espacios exteriores compartidos y vínculos entre el aire urbano, los patios y el pulmón de manzana. Estas operaciones potencian los vacíos lindantes y plantean nuevas continuidades entre la interioridad y el espacio urbano en diversas alturas, generando visuales continuas y cruzadas entre expansiones propias y ajenas.

Contactar al otro es tocarse con-tacto y también es dejar silencios, vacíos. De ahí que la obra propone situaciones colectivas, a veces confusas, y en otras la vivencia de lo individual. Al contactar y al alejarse, intenta redescubir formas de vínculo entre lo construido y lo proyectado, definiendo una orilla, como espacio de intermediación propuesto para propios y ajenos.

El proceso del habitar contemporáneo Si los proyectos de vivienda multifamiliar, conllevan a una repetición aparentemente indiferenciada, la pregunta en el marco de nuestra labor proyectual sería ¿Cómo lograr construir la identidad del espacio del otro para que lo igual no duela?

Hay una busqueda de deconstrucción en torno a lo tipológico, a replantear el habitar desde una construcción conjunta entre el estudio y los habitantes. A pensar un proyecto de viviendas colectivas como casas en altura con propuestas diversas que buscan su identidad.

La trama estructural permite las transformaciones controladas a lo largo del proceso proyectual con el futuro habitante, que tiene una propuesta inicial cierta y definida, un proceso en conjunto de acción trasnformadora y un final novedoso con anclas e incertidumbres.

Casi a modo de ensamble, estas casas en altura van alternando su disposición para dar lugar al espacios intermedios donde se desarrollan expansiones que se rotan, se escalan y vinculan, potenciando los patios internos y el paseo del aire en estos intersticios, fusionando en un continuo lo urbano y lo interno. Los espacios de estar a veces se disponen apaisados hacia los frentes, en otras pasantes de frente a contrafrente aprovechando los patios como lugares de articulación en el pasaje de lo público a lo privado. Las dobles alturas de los dúplex a veces se ubican al ingreso, invirtiendo la relación tradicional de esta situación espacial; otras se ubican en medio de los estares resguardando lugares de calma y controlando el ingreso de la luz natural; otras en relación con el límite exterior potenciando el vínculo con lo de afuera.

A veces los espacios de estar y cocinar expanden hacia el frente, otras hacia los laterales y otras hacia ambos lados. Los espacios exteriores son pensados como lugares en sí mismos con acciones propias, de ahí sus dimensiones, sus cambios de escala y sus diversas relaciones espaciales. La planta baja da lugar a espacios comerciales hacia la calle y a un acceso con diferentes niveles, como una huella con surcos que delimitan lugares de uso internos y externos, para llegar finalmente a un pulmón de manzana que se asemeja a un bosque interior. Todo dentro de una trama material arquitectónica definida.

A contactos diversos con lo existente. A un aire que lo recorre todo y a casas que pretenden definir lo propio en lo diverso, casi como un jardín de senderos que se bifurcan y que en ese juego intentan encontrar su identidad.