Nutrición Fértil
Hace unos años, queriendo nutrirme de información para ofrecerle alimentación de calidad a mi hijo descubrí un libro llamado “Alimentación Sana para Bebés”.
Más allá de todas las recomendaciones propias de cada fase del crecimiento del bebé, lo que más me llamó la atención, fue leer que la alimentación de nuestros hijos comienza por la preconcepción.
La preconcepción es la etapa de la maternidad en la que acompaño a muchas mujeres con mi proyecto profesional, la búsqueda para la llegada de un bebé
¿Qué es la nutrición fértil?
Por este motivo me sorprendió gratamente leer que una doctora dedicada a salud infantil incluía recomendaciones sobre la etapa previa a la concepción, además de la gestación y los primeros años de un niño.
Esto confirma que influimos en la salud de nuestros niños como progenitores, incluso antes de gestarlos. En general cuando nos decidimos a ser mamás o papás pensamos en la decisión y todo lo que traerá aparejado su concreción pero no solemos revisar nuestros hábitos como parte de la salud de nuestros futuros hijos.
Pero ¿cómo podemos comprenderlo y por lo tanto hacerlo propio? Entendiendo que todo ser humano proviene por el momento de una célula germinal femenina y otra masculina (óvulo y espermatozoide respectivamente) y por lo tanto la calidad de estas células dependerá en gran parte de qué combustible le estemos dando a nuestro cuerpo para su desarrollo y conservación.

En el camino de preparación que me llevó a mí misma a ser mamá y en los 5 años que llevo acompañando personas que desean ser mamás y papás veo que tenemos muchas resistencias para revisar nuestros hábitos alimenticios como parte de nuestra fertilidad. El contexto tampoco ayuda. Debemos hacer esfuerzos para encontrar otro tipo de alimentos que los industrializados. Debemos buscar proveedores, comprar alimentos que no conocemos, buscar recetas para prepararlos y traspasar las resistencias de nuestro cuerpo cuando recibe algo a lo que no está acostumbrado.

El ejemplo claro es las semillas y las legumbres. Cuando decimos de incorporarlas en cada comida principal, muchas personas sienten descomponerse, inflamarse, además de no saber cómo usarlas.
Entonces, si está demostrado que la salud de un bebé o niño pequeño depende de la salud de sus papás, es motivación suficiente para disponernos al menos a revisar nuestros hábitos, ¿no?.
Te acerco aquí algunos consejos prácticos para reconocer y saltear nuestras resistencias.
Nutrición es fertilidad y fertilidad es creatividad y placer: buscar de lo saludable qué nos gusta y probar formas propias de combinar los alimentos o prepararlos; conectar con el juego en lo que respecta a la alimentación también ayuda a traer estos principios a la cocina y al plato.
El cambio debe ser orgánico: vale hacerse propuestas concretas cada mes, pero dentro de lo que puedo y quiero aplicar, confiar en el cuerpo e ir depurando para conectar con lo que necesita en cada momento. Llegué a un punto en que puedo saber cuándo, cómo y para qué el cuerpo me pide un determinado nutriente y cuándo mi elección responde a una necesidad afectiva. Lo recomiendo totalmente!
Nutrición Fértil
Observar y cuidar cómo preparamos el alimento y cómo estamos cuando comemos: ¿estamos apurados?
¿Estamos haciendo otras tareas al mismo tiempo? ¿La alimentación de la familia se desarrolla en un ambiente agradable o tenso? Todo esto aplica y tiene que ver con la información que nuestro cerebro recibe y envía a los órganos de la digestión.
Para ayudar a ser exitosos en este proceso tiene sentido revisar nuestras raíces con el alimento:¿de dónde venimos, cómo nos alimentaron de pequeños, nos dieron la teta o cómo fue nuestra primera forma de alimentación extrauterina? Saber qué representa para cada uno el alimento permite hacer cambios sin sentir que estamos “traicionando” a nuestra familia o raíces.
*Jorgelina Galera, especialista en Fertilidad Consciente y Natural
Creadora de Nidra Mater
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