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La Columna Meteorológica del Jardín Botánico

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La Columna Meteorológica del Jardín Botánico: un legado de la inmigración austro-húngara

Resumen inicial:
La Columna Meteorológica del Jardín Botánico Carlos Thays, un regalo de la comunidad austro-húngara al país en 1910, guarda historias de inmigración, innovación tecnológica y su lucha por la libertad. Hoy, entre relojes y zodiacos, se erige como un testimonio del intercambio cultural.

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Un obsequio para la posteridad

En el corazón del barrio de Palermo, el Jardín Botánico Carlos Thays alberga un monumento que no solo mide el tiempo, sino también narra una historia: la Columna Meteorológica. Este mármol blanco, traído desde la isla de Brac en el Adriático, fue un obsequio de la comunidad austro-húngara para conmemorar el Centenario de la Revolución de Mayo en 1910. Un gesto de gratitud hacia un país que abrió sus puertas a miles de inmigrantes que buscaban un nuevo comienzo.

Las huellas de la inmigración croata

La historia de la inmigración croata en Argentina se divide en tres etapas: la primera, hasta la Primera Guerra Mundial; la segunda, entre ambas guerras; y la tercera, desde la Segunda Guerra Mundial hasta nuestros días. Mientras las dos primeras etapas fueron principalmente económicas, la tercera respondió a motivos políticos. En todas ellas, el denominador común fue la lucha por la libertad frente a diversos regímenes opresivos.

Uno de los protagonistas de este legado fue Nicolás Mihanovich, un empresario naviero nacido en Dalmacia que dejó una huella imborrable en el Río de la Plata. Con iniciativas como el Palace Hotel y su flota de barcos, transformó el turismo y el comercio en la región.

La construcción de un monumento singular

El ingeniero húngaro José Marcovich fue el encargado de diseñar esta obra monumental. Originalmente ubicada en la intersección de las calles Perú y Alsina, la columna fue trasladada posteriormente a la Plaza Rodríguez Peña y, finalmente, en 1923, llegó al Jardín Botánico. Su diseño incluía relojes que marcaban la hora en ciudades como Buenos Aires, Londres y París, además de instrumentos meteorológicos de última generación.

Una obra mutilada y restaurada

Con el tiempo, la columna sufrió el abandono y la pérdida de sus instrumentos originales, que fueron destinados al Laboratorio del Gas de la Municipalidad. Aunque el Servicio Meteorológico Nacional intentó recuperarlos en 1977, el esfuerzo fue en vano. Sin embargo, en 2009, con motivo del Bicentenario de la Revolución de Mayo, las comunidades austríaca y húngara financiaron su restauración, devolviéndole parte de su esplendor.

Reflexiones sobre el tiempo y la memoria

¿Qué significa para una ciudad como Buenos Aires preservar un monumento como este? Tal vez sea un recordatorio de los lazos que nos unen con el pasado, un tributo a las comunidades que forjaron nuestro presente. Como escribió Borges: “El tiempo es el que se encarga de despojar y de llenar”. La Columna Meteorológica, en su silenciosa presencia, nos invita a reflexionar sobre el valor del intercambio cultural y la necesidad de preservar nuestra historia.

Perfil del protagonista: Nicolás Mihanovich

Nicolás Mihanovich nació en 1848 en Dalmacia y llegó a liderar el mercado naviero en el Río de la Plata entre las décadas de 1880 y 1920. Fue un visionario que no solo destacó en el comercio, sino también en el turismo, promoviendo el acceso a maravillas naturales como las Cataratas del Iguazú. Su legado trasciende lo empresarial, encarnando el espíritu de los inmigrantes que aportaron al crecimiento del país.