Sortija: Un clásico barrial que gira en Palermo
Por Redacción PalermoTour.com.ar
En el corazón de Palermo, un barrio vibrante y lleno de historia, giran seis calesitas que mantienen viva la tradición de la sortija, un juego que ha cautivado a niños y adultos por generaciones. La «sortija» no es solo un anillo colgado de una estructura: es un desafío que combina destreza, magia y un toque de nostalgia.
Calesitas de Palermo: seis vueltas al pasado
Entre las joyas barriales se encuentran las clásicas calesitas distribuidas en lugares emblemáticos como el Parque Tres de Febrero, la Plaza Campaña del Desierto, la Plaza Unión Latinoamericana, el Parque Las Heras, la Plaza Bolivia y una en el Zoológico de Buenos Aires. Cada una tiene su historia, con fechas de inicio que van desde 1943 hasta 2004. Aunque hay una en el Paseo Alcorta, en un rincón del Sacoa, los puristas dirán que carece del verdadero espíritu de las calesitas.
La sortija: un juego con historia global y local
El origen de las calesitas se remonta a las Cruzadas, donde caballos de madera giraban en ejercicios de combate que luego se transformaron en entretenimiento para la realeza. La tradición de la sortija llegó a Buenos Aires en el siglo XIX, cuando las calesitas comenzaron a aparecer en plazas y parques. La sortija, esa argolla pequeña, representa un premio simbólico y a menudo era entregada como un gesto de amor en las corridas gauchas.
En las calesitas actuales, el objetivo sigue siendo capturar la sortija para ganar un premio. Los niños, emocionados, extienden sus manos desde los caballitos que suben y bajan, mientras la calesita gira al ritmo de una música que parece de otro tiempo. Es un ritual que conecta generaciones.
Un legado que gira sin pausa
Detrás de cada calesita hay historias de familias dedicadas al oficio. En Palermo, como en el resto de la ciudad, la figura del calesitero es fundamental. Miguel Ángel Vignatti, un calesitero con más de 35 años en el barrio de Mataderos, es un ejemplo de cómo estas atracciones se han convertido en un legado familiar que une generaciones. «Veo hombres que crecieron con mi calesita y ahora traen a sus nietos. Eso es lo más lindo», comenta Vignatti.
El encanto de un símbolo eterno
Las calesitas no son solo un paseo: son una cápsula del tiempo, una mezcla de alegría, desafío y memoria. Entre las risas de los niños y las sonrisas nostálgicas de los adultos, las vueltas de las calesitas siguen siendo un emblema de Palermo y de toda Buenos Aires.
Así que, la próxima vez que pases por una plaza en Palermo, no dudes en dar una vuelta. Tal vez, con un poco de suerte, puedas atrapar la sortija.